viernes, 20 de junio de 2014

Apuntes sobre una coronación y su discurso


Tiempos
Entre el anuncio de abdicación el 2 de junio, Rajoy primero y luego el rey Juan Carlos, y la proclamación de Felipe el día 19, 17 días de infarto. Precipitación. A la carrera se piensa peor. Se corre porque se buscan hechos consumados.
La proclamación anula el efecto del desastre futbolístico de la noche anterior en el Mundial de Brasil (España-Chile). Los jugadores reconocen falta de hambre de títulos, de ambición. Los 700.000 euros de prima no fueron suficiente motivación.
La solución encontrada al empleo militar del rey Juan Carlos tras la abdicación (una extraña segunda reserva en desuso) la conocemos dos días antes de la proclamación por boca de un ministro de Defensa de pie en la pista del aeropuerto de Dakar (Senegal).
Se improvisan decisiones que hubieran debido estar ya tomadas si llevaran madurándose un semestre.
Sobre tiempos humanos, la proclamación de Felipe VI es un cambio biológico, generacional, palabra muy repetida en su discurso. Para que simbolice un cambio de ciclo político o institucional tienen que suceder muchas más cosas que en su mayor parte se escapan a la mano del rey. Sí entra directa y totalmente en sus competencias la gestión de la Casa Real, sus personas y sus dineros.

Autoría
Los discursos tienen un único responsable, quien los pronuncia. Otra cosa es que en su elaboración intervienen muchas personas. En el caso del rey, y salvo el discurso de Navidad, en todos participa el Gobierno en su contenido. En política exterior la autoría del Gobierno se eleva al 95%.
Los autores y sobre todo el rey que asume el texto quiso lanzar un mensaje: “Monarquía renovada para un tiempo nuevo”. Hubo otros menos evidentes o explícitos.

Representación del poder
En la proclamación de Felipe VI ha desaparecido cualquier alusión y simbolismo religioso, gran diferencia con la coronación de su padre.
Rey Juan Carlos, 22 de noviembre de 1975: "El Rey, que es y se siente profundamente católico, expresa su más respetuosa consideración para la Iglesia. La doctrina católica, singularmente enraizada en nuestro pueblo, conforta a los católicos con la luz de su magisterio".
Otro aspecto directamente relacionado con la representación pública del poder es la uniformidad militar del rey Felipe, incluido el acto previo en Zarzuela de imposición de la faja de general. La diferencia con su padre es que ahora el uniforme es azul y más discreto, entonces fue caqui.
Tan relevante es que se haya renunciado a la simbología religiosa como que no se haya hecho con la militar.

Mensajes
Constitución y ciudadanos fueran las dos palabras-conceptos más repetidos.
Foto: Público / EFE J.C. Hidalgo.
Se quiere ligar la monarquía a la Constitución, con 12 referencias directas o derivadas, sin contar las alusiones a la monarquía parlamentaria. Inicio del discurso: "Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras -y lo celebro- que comienza el reinado de un Rey constitucional. Un Rey que accede a la primera magistratura del Estado de acuerdo con una Constitución que fue refrendada por los españoles y que es nuestra norma suprema desde hace ya más de 35 años".
La segunda referencia, casi tan reiterada como la anterior, es a ciudadanos. Felipe sabe que vivimos un tiempo nuevo, conoce el desprestigio de las instituciones, incluida la suya, tiene que actuar con una "conducta íntegra, honesta y transparente". Busca la cercanía con el ciudadano, de quien depende su salud laboral.

Familia
En un acto de la importancia de una coronación, cualquier mínimo detalle está previsto y tiene una intencionalidad, y si no estaba previsto es también interpretable.
La puesta en escena de la proclamación de Felipe VI estuvo trufada de gestos familiares: vimos al primo hermano Pablo de Grecia en mangas de camisa a la puerta de la Zarzuela mientras Felipe esperaba la salida de su mujer; vimos a una madre constantemente pendiente de sus dos hijas pequeñas; Letizia besó a su suegro en el balcón del Palacio Real, y Sofía a su marido. Estos gestos humanizan, aunque algunos se vieron forzados.
En el discurso, junto con las referencias personales y familiares a su padre, a su abuelo, a su madre, muy aplaudidas todas, el rey Felipe quiso también transmitir su cercanía y solidaridad "a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables". La referencia no mereció el aplauso de los diputados y senadores allí presentes.

Normalidad
Jesús Posada, presidente del Congreso: "El propio juramento al que hoy asistimos es prueba inequívoca del cumplimiento de unas previsiones constitucionales que, si un día parecieron lejanas, hoy se abordan con absoluta normalidad democrática".
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno: "Nunca jamás en la historia de España la sucesión en la jefatura del Estado se había hecho con la tranquilidad con la que se ha hecho ésta, y pienso que esto es reconfortante y para sentirse contentos y orgullosos", ha remachado. Con ello, ha remarcado que la proclamación del nuevo Rey es un "acontecimiento histórico de verdad", a la vez que ha valorado un dato "positivo", la "normalidad absoluta y la tranquilidad total" con la que se ha producido el cambio en la Jefatura del Estado que, en su opinión, demuestra que España es "una gran nación".
Rey Felipe VI: "A la celebración de este acto de tanta trascendencia histórica, pero también de normalidad constitucional, se une mi convicción personal de que la Monarquía Parlamentaria puede y debe seguir prestando un servicio fundamental a España".
La estabilidad como valor político, jugando con la inestabilidad como miedo interiorizado principalmente entre los mayores de 60 años.
La normalidad no es noticia, salvo que la realidad sea inestable, que no es el caso. Recuerda a las jornadas electorales, la ausencia de incidentes que tanto se repite no es noticia.
Si la normalidad es sinónimo de pasividad u oculta alternativas puede tener efectos secundarios explosivos: la parálisis política sobre Cataluña crea independentistas, requisar banderas republicanas por la acera crea republicanos.


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