miércoles, 10 de diciembre de 2014

Todos perdemos en el conflicto de Ucrania

Un millón de desplazados, mil muertos desde septiembre -13 diarios-, repercusiones sobre la población,  la agricultura, las exportaciones, la defensa, el comercio... ¿Quién gana?

Carlos Penedo. Artículo escrito originalmente en Estrella Digital.
Este artículo se mueve sobre un doble fracaso. El de los responsables políticos que ni evitaron el conflicto Rusa-Ucrania ni parecen saber cómo gestionar la crisis; y el del analista buscando quién gana con la situación.
A punto de olvidar el color o nombre de la última revolución ucraniana, desapareciendo el conflicto de la primera página de los medios de comunicación, sus efectos siguen siendo muy reales.
Como recordatorio, la crisis arranca hace justamente un año. Ucrania se niega en el último momento a firmar un acuerdo de asociación con la UE, de forma más o menos espontánea se celebran grandes movilizaciones en Kiev (Euromaidán), en febrero el presidente Yanukóvich huye a Rusia, país que se anexiona Crimea, referéndum mediante. El conflicto desde entonces se sitúa en la regiones fronterizas de Donetsk y Lugansk, donde milicias prorrusas independentistas se enfrentan a las fuerzas armadas ucranianas.
Cualquiera que sea el prisma o el colectivo con el que nos acerquemos a la crisis de Ucrania el resultado es el mismo: todos pierden, españoles, agricultores, europeos, empresas de armamento, analistas, militares y hasta los propios rusos. Aquí algunos de los afectados.

Muertos

El acuerdo alcanzado el 5 de septiembre entre las partes, que permite considerar la situación como de no conflicto, no ha detenido las víctimas directas. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos lo acaba de confirmar: se producen de media 13 víctimas mortales diarias, 1.000 desde septiembre, 4.300 desde abril. Los desplazados se acercan al millón, 800.000 hacia Rusia y más de 200.000 hacia otras partes de Ucrania. Este martes 2 de diciembre el Gobierno de Ucrania y las autoridades de la autoproclamada República Popular de Lugansk han vuelto a firmar un alto el fuego.

Calabacines

España exportó en 2013 a Rusia 100.000 toneladas de tomate y calabacín, que no será posible este 2014. El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó el pasado mes de agosto prohibir las importaciones de productos agroalimentarios de los países que secundaron las sanciones contra Rusia derivadas del conflicto ucraniano,
En España, el impacto del veto ruso se ha cifrado en unos 338 millones de euros (sexto país más afectado de la UE, con exportaciones valoradas en 5.000 millones), castigando directamente la exportación de frutas y hortalizas.
El pasado 10 de noviembre se produjo algo parecido a un plante de los ministros de Agricultura ante la Comisión Europea, que pretende costear el veto ruso con fondos de la PAC, con lo que los agricultores se verían penalizados por partida doble, reduciendo mercados y subvenciones.

Vecinos y calefacción

El último día de octubre Ucrania y Rusia, con la mediación de la Unión Europea, alcanzaron un acuerdo que pone fin a la guerra del gas (hasta marzo) y garantiza el suministro de gas ruso este invierno. Kiev debe abonar 3.100 millones de dólares en facturas atrasadas. La UE y el FMI deberán apoyar financieramente a Ucrania para que pueda responder a lo firmado.
Tanrto en el seno de la Unión Europea como en la OTAN, este conflicto ha situado la frontera oriental de Europa como prioridad, a costa previsiblemente de la vencidad al sur y mediterránea que más interesa a España.

Armamento

En 2009 Rusia sacó a concurso internacional la construcción de dos portahelicópteros, al que se presentó la española Navantia que finalmente perdió el envite ante la francesa DCNS con sus buques Mistral. El contrato Rusia-Francia se encuentra en el limbo y se ha paralizado la entrega del primer buque, ya construido, prevista para este mismo mes de noviembre. En juego un contrato por 1.200 millones de euros.

Guerra fría

Felipe Sahagún, periodista especializado en política internacional, en un foro reciente organizado por la Asociación Atlántica, opina que no estamos en una nueva guerra fría porque los actores, las amenazas, los principales elementos son distintos, no es un choque global ni existe un mundo bipolar; pero sí en el sentido de que "está cerrada la ventana de oportunidad que abrió la caída del muro de Berlín", y también que "la propaganda y la desinformación son muy similares".
Apunta Sahagún que se ha roto la cooperación con Rusia en muchos frentes, se habla hoy de sanciones, "medidas típicas de la guerra fría", y denuncia un "comportamiento muy peligroso" de todas las partes cuyas consecuencias las están pagando millones de europeos, entre ellos los agricultores españoles.
Sí se puede compartir con la guerra fría en que aquí tampoco hay solución militar. General Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (Ministerio de Defensa): "Rusia no va a permitir que los rebeldes independentistas sean derrotados".

Organizaciones y miembros por libre

Recuerda el general que la OTAN ha duplicado este año la actividad aérea de sus cazas, y que Rusia -principal responsable de lo que ocurre, en su opinión- se está aprovechando de la desunión de la UE.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, reconocía este mes de noviembre que a comienzos de año la Alianza se encontraba buscando contenido para la cumbre de Gales, celebrada en septiembre, "cuando de repente nos encontramos que el mundo había cambiado en dos ámbitos", uno  de ellos "la crisis en el Este, impensable para todos nosotros", que estuvo a punto de distraernos -dice- de la segunda, "la amenaza islámica".
Rafael Calduch, catedrático de Relaciones Internacionales: "Los países miembros de la OTAN no han recurrido a la Alianza para responder a los riesgos escritos en la declaración de Gales", como el terrorismo yihadista, con una coalición heterogénea creada al efecto. "La crisis que sufre la OTAN no se resolverá con declaraciones grandilocuentes ni con nuevas ampliaciones ni creando más fuerzas operativas ultrarrápidas".

Chalecos, cascos y misiles Patriot

España ha reaccionado a la crisis de Ucrania con un rosario de decisiones que buscan también mostrar un compromiso con la OTAN que sea correspondido por la Alianza mirando al sur del Sáhara. El Ministerio de Defensa envió en septiembre a Ucrania cascos de combate y chalecos antifragmentos (dos toneladas). El Gobierno de Rajoy ha comprometido también ante la OTAN cuatro cazas Eurofighter -o de otro tipo- para la vigilancia aérea de los países bálticos, más una fragata que patrullaría sus aguas; acaba de certificar y ofrecer también las capacidades del cuartel general terrestre de Bétera por si fuera necesario, más la oferta también de un batallón mecanizado. A lo anterior se suma una batería de misiles Patriot para estacionar en Turquía, un paquete de capacidades de utilidad dudosa y operatividad discutible, aunque financiada al menos parcialmente por presupuesto de la Alianza o del Ministerio de Hacienda.

Militares sin insignias

Desde fuentes OTAN se indica que este conflicto ha aflorado un nuevo tipo de 'guerra híbrida', aquella en la que se utilizan instrumentos más allá de un ataque militar clásico. El supuesto 'modelo ruso en Ucrania' incluye ataques cibernéticos para neutralizar los elementos de mando y control; el uso de efectivos y equipos sin distintivos, insignias o cualquier otra identificación en las Fuerzas Armadas; uso intensivo de técnicas de propaganda militar; el recurso a milicias irregulares en lugar de unidades militares; una ambigüedad generalizada que facilita que muchos factores del conflicto se escape a las leyes internacionales... No todo es novedoso, pero la sorpresa no disimulada en ámbitos militares ante las técnicas utilizadas en el conflicto vuelve a revelar errores de previsión y análisis.
A la guerra híbrida se añade el concepto de 'conflicto limitado', a riesgo de enquistarse en el corazón de Europa, y con el peligro de que los límites se sobrepasen con los constantes incidentes de submarinos, cazas y fragatas -entre ellas, españolas- por aguas y cielos escandinavos, bálticos y del mar Negro.

Pierden hasta los rusos

El ministro ruso de Finanzas calculaba hace unos días que el impacto de las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos y la Unión Europea se estima en unos 32.000 millones de euros anuales.  A lo anterior habría que añadir la incidencia de la caída de los precios del petróleo, que previsiblemente afectarán a economía rusa con una caída de ingresos de alrededor de 80.000 millones de euros. Ambos factores han forzado la depreciación del rublo en un 60% a lo largo de 2014, en su cotización frente al dólar norteamericano.
En un buen acuerdo todo el mundo gana; en un desacuerdo alguien debería sacar alguna ventaja. Si lo escrito hasta aquí es acertado, se podría concluir que en la crisis ruso-ucraniana todos los responsables políticos, diplomáticos y militares se comportan como unos descerebrados, porque todo el mundo pierde. El problema es que todas las generalizaciones son falsas, incluso las dos últimas.

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